Nene aplastado por un camión de basura: denuncian que la mamá lo apuró para que le fuera a comprar cocaína

Víctor, de 8 años, murió al caer de un vehículo en un basural de Paraná. Su tía, Virginia Barreto, dijo que el nene era maltratado y la Justicia no hizo nada.

Repite una y otra vez que la de “Chicha“ es una crónica de una muerte anunciada. Está enojada y maldice a la Justicia, que no sólo le sacó al chico, sino que se lo entregó “a una madre adicta que no puede estar sobria un solo día“. Habla entre lágrimas Virginia Barreto (32), la tía de Víctor “Chicha“ Barreto, el chico de 8 años que hace una semana murió atropellado por un camión en las cercanías de un basural en Paraná.

Hace días que no puede dormir, no puede sacarse de la mente la carita de “Chicha“, apodo que arrastraba de chiquito por su pasión por las salchichas. “Se subió al camión porque su madre le dijo que se apurara y fuera a comprarle cocaína. No era la primera vez que ‘Chicha’ iba a la cueva a buscar droga. Varias veces fue con ella. Su mamá es la principal responsable de la muerte de Chicha. Ella lo mató con su desidia y abandono“, denuncia Virginia.

La mujer está que trina. “Chicha“ era su sobrino con el que vivió dos años. “Yo le compraba remeras, pantalones, zapatillas porque no tenía nada. A los dos o tres días, le preguntaba: ‘¿Chicha, por qué no te ponés las zapas que te compré?’ Y él respondía con una sonrisa triste: ‘No las tengo más, no las pude usar, mamá las vendió para comprar bolsitas’“.

Víctor vivía con sus tres hermanastros, su mamá y la pareja de ella en dos habitaciones en el barrio San Martín, en Paraná. “Cuando ‘Chicha’ tenía tres años su mamá lo abandonó. Entonces el nene y su papá, Sebastián, mi hermano, se vinieron a vivir conmigo. Yo lo contuve a ‘Chicha’ mientras mi hermano trabajaba“, cuenta Virginia, madre de tres hijos, barrendera de oficio.

El calvario de Chicha

En septiembre de 2020, en una pelea callejera, Sebastián Barreto, el padre de ‘Chicha’, fue asesinado de dos tiros por una vecina, por una cuestión de apuestas no pagadas. “Yo lo venía cuidando a ‘Chicha’, era su tutora y estaba bien pese a que lo extrañaba al papá… no le faltaba nada“.

Chicha vivió entre sus 4 y 6 años con su tía Virginia. Pero después de la muerte del padre, “la Justicia vino a mi casa y me dijo: ‘Nadie le puede quitarle a una madre su derecho de ser madre, por más problemas que tenga’. ‘Pero su madre está enferma, es adicta, no puede hacerse cargo’. ‘No importa, el menor necesita a su madre’. Era una locura“.

Se agarra la cabeza, se masajea el pecho Virginia, en su diálogo con Clarín, desde su casa en la capital entrerriana. Cuando habla de “la Justicia“, se refiere al Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf), que preside Gabriel Leconte.

“¿Para qué sirve esta gente? Hemos hecho denuncias por maltrato, agresiones y violencia. También la ONG Suma de Voluntades se presentó ante el Copnaf dando cuenta de la situación que vivía ‘Chicha’ puertas adentro… Pobrecito, un verdadero infierno, con una madre enferma por la droga y un padrastro golpeador“, cuenta Virginia.

​Cuenta la tía de Víctor que cada una o dos noches ‘Chicha’ se le aparecía por su casa “solito, llorando y a los gritos“ porque el padrastro lo había echado, que no lo quería ver más, y que no había comido en todo el día.

Remarca que eso era habitual. “Ocurría tres o cuatro veces por semana. Y se quedaba en casa conmigo, mi marido y mis hijos que lo aman, que lo extrañan, que no pueden creer lo que pasó. ‘Chicha’ llegaba con golpes, moretones, y con miedo nos decía que le pegaban“, recuerda Virginia.

‘Chicha’ iba a segundo grado de la escuela Juan Carlos Esparza. A cinco cuadras de su casa. “Le gustaba ir al colegio, estar con sus amigos y sabía que allí iba a desayunar. Porque casi siempre salía de su casa con la panza vacía. ‘Chicha’ se levantaba, se cambiaba y, con 8 años, caminaba solo hasta la escuela porque su mamá siempre estaba en otra dimensión“.

Madre adicta, Justicia ausente

La bronca de Virginia es tanto con la madre como con la Justicia. “¿Sabés las veces que fui a encararlos a ella y al padrastro, a advertirles que no toquen más a ‘Chicha’? Pero es gente que no tiene salvación, por una bolsa de cocaína regalan a los hijos. Ella (la mamá) está endeudada con los prestamistas, imaginate… Y él se intentó suicidar, se quiso colgar hace poco pero le salió mal. Ni para eso sirve“.

Clarín intentó comunicarse con Leconte, titular de Copnaf, el domingo y este lunes. Los mensajes enviados fueron leídos, pero ninguno respondido. Mientras que desde la ONG Suma de Voluntades, Anabella Albornoz, una voluntarista, respondió: “El tema de las denuncias es confidencial, porque los voluntarios andamos todo el tiempo en el barrio, acompañando a las familias como la de ‘Chicha’“.

“Cuando hay cuestiones de abuso y violencia -continúa Albornoz-, también acompañamos como lo hace la escuela, el centro de salud… Las familias confían en nosotros. Nosotros, desde la ONG, jamás juzgamos pero sí pedimos ayuda a quienes les corresponde intervenir“.

El domingo 13 de noviembre, pasadas las seis de la tarde, Virginia estaba en su casa cuando recibió la inesperada visita de una vecina. “Hubo un accidente en el volcadero, parece que es ‘Chicha’. Vení, vayamos rápido“. Se le heló la sangre por un instante. Fue corriendo esas cuadras y se encontró con la escena más espantosa de su vida. “Estaba ahí mi Chichita, tiradito, ya sin vida“.

La primera reacción que tuvo Virginia fue ir a buscar a Noemí, la madre de Chicha, que se encontraba unos metros más allá. “La quería matar, la quería acogotar, te juro… Me agarraron entre dos o tres, ya no me acuerdo. Ella estaba imperturbable de tan drogada. ‘No sé qué pasó, no sé qué pasó’, repetía. Sí, ella sabía bien, porque en el volcadero estaba ‘Chicha’ con su mamá. Y por lo que me dijeron, ella lo mandó a buscar droga y le ordenó que fuera rápido, por eso ‘Chicha’ se subió al camión“.

Según reconstruyeron amigos y vecinos, ‘Chicha’, que estaba con la madre y unos amiguitos, se trepó a un camión de la basura que venía de descargar ramas de árboles en el volcadero y salía de la zona a marcha lenta, debido al camino poceado.

“Se trepó por el medio del camión y en una cuneta o pozo que agarró, ‘Chicha’ cayó y lo pisó la rueda trasera. Una desgracia que se podía haber evitado obviamente, porque reclamamos mucho, nos cansamos de pedir auxilio, de gritar para que nos escucharan. ‘Chicha’ pedía a gritos que lo sacaran de la casa de su madre, pero nadie quiso escucharlo y se miró para otro lado“.

“Era yo, su tía, pero de alguna manera a ‘Chicha’ lo amé como si fuera mi hijo, lo lloré en silencio cientos de veces, lo cuidé y hasta lo último intenté protegerlo“.

Se quiebra de dolor una vez más Virginia. Y una vez más hace el esfuerzo por completar su idea. “Lo intenté, juro que lo intenté, pero para la Justicia yo no tengo derechos. La desidia de la Justicia es un monstruo grande que de a poco se está llevando la vida de nuestros gurises“.

Como escribió en un posteo en sus redes sociales, Virginia intenta ponerse de pie “con dolor, con impotencia y con un solo objetivo: que no haya más Chichas. En mi barrio, acá en Paraná, hay muchos que soñamos con vivir con dignidad, soñamos con que los gurises puedan estar mejor, porque los que somos grandes sabemos lo que es sufrir“.

Entre tanto desgarro y tristeza, Virginia encuentra un ápice de alivio. “Al menos ‘Chicha’ se reencontró con su papá Sebastián, con el que tanto se amaban. Seguro que están sonriendo abrazados para siempre“.

Fuente: Clarín.