Jugando a construir la historia

En la ciudad donde los habitantes han dormido poco, propio de la conmoción, el sol pareciera que ha salió más brillante que nunca, tratado de iluminar y acobijar de alguna forma a todo un pueblo que ha llorado y gritado toda una noche como no lo ha hecho antes.

Por Gabriela García para @perodismopuente

La brisa corre de un lado a otro, acariciando la cara de cada uno que hoy se levantó con la sonrisa de oreja a oreja. He salido a caminar y lo siento, siento a la ciudad respirar distinto, respira profundamente el aire puro, respira como si estuviera en el mismísimo paraíso. O quizás lo esté, porque es una realidad. Paraná tiene a un finalista de la Copa Argentina de Futbol, Paraná tiene a Patronato, que en honor a su nombre fue patrono ante el reciente campeón del torneo de primera división y lo dejó en el camino.

En el futbol siempre se habla de la justicia. En un juego donde el azar a veces se mete en el destino y puede más que la táctica más elaborada y practicada del mundo, la justicia queda al jaque mate, dejando a los hinchas enfrentarse al dilema del merecimiento. Hoy los hinchas Rojinegros sienten que el fútbol es más justo, que todas las injusticias sufridas en el último tiempo, quedaron atrás y fueron el precio a pagar para vivir este momento.

La Copa Argentina tiene un formato tan particular, que permite este tipo de “sorpresas”. Al ser duelos únicos en donde dos equipos mayormente de distintas jerarquías se enfrentan a darlo todo para, aunque sea, ganar dinero y escalar poco a poco a los primeros puestos. Fueron varios los casos donde los jugadores dejaron sus trabajos de albañiles, contadores, comerciantes y distintas profesiones que poco se relacionan con el futbol profesional. Esa diferencia tan marcada entre el amateurismo y la profesionalización, entre los clubes de Primera y Quinta División, y entre equipos de varios puntos de Argentina, hacen que la Copa sea inigualable.

En ese marco, seguramente que desde el inicio Patronato tuvo objetivos a corto plazo, para ir avanzando en cada fase, con la mente enfocada en la competencia pero sin descuidar el torneo que lo tenía en la zona roja del descenso. La edición pasada de la Copa Argentina ya había tenido al Santo con una performance destacada. El trago amargo de la eliminación en Cuartos de Final, justamente ante Boca, había dejado truncada la ilusión de seguir pero a la vez un orgullo por quedar entre los ocho mejores del torneo. Ni en el guion de una película aparecería escrito que poco más de un año después, llegaría la revancha.

Hoy Patronato es finalista de la Copa Argentina. Hoy ha cumplido el penúltimo objetivo. El equipo ha hecho historia, y está a tan solo 90 minutos de hacerla dorada. La famosa frase que se apoderó el club después de las injusticias en un partido mal arbitrado, ha tomado hoy más relevancia que nunca antes. “Pobre del que quiera quitarnos la ilusión”, esbozan las remeras de los jugadores. La llevan en el pecho y la llevan en la mente, defendiendo una idea cómo si fuese la propia esencia del club.

Las palabras “gracias” y “orgullo” hoy parecen pequeñas para cada hincha que viajó y para cada uno de los que recibió al plantel con los brazos abiertos en plena madrugada de un día laborable. Doce horas de viaje y dos colectivos rotos en el camino no fueron impedimento para que decenas de hinchas corrieran en San Juan, alentando a su equipo como si fuera la última vez, como si fueran sus familiares los que salieron a la cancha a defender los colores. El premio fue grande, al igual que la bienvenida.

Anoche, cerca de las tres de la mañana, en el más profundo silencio de una ciudad que parecía estar dormida, se escuchó por unos minutos un ruido fuerte y extraño. La piel de gallina hizo caer en cuenta de que llegaban ellos, de que ese ruido era de un avión, que por supuesto que no es habitual, si solo el aeropuerto se abre de día.

La bienvenida fue magnifica, a la altura de lo que se estaba viviendo. Cientos de hinchas prepararon la caravana para acompañar al plantel desde el momento en el que pisaron tierra entrerriana, hasta la mismísima puerta del club. Bombos, banderas, bocinas, manos moviéndose de un lado a otro y canticos con todas las fuerzas de las cuerdas vocales, le dieron la bienvenida al Patrón.

Hoy ya están en casa, descansando, disfrutando y enfocados en ir a Mendoza. Próximamente habrá tiempo de dimensionar y racionalizar todo lo vivido, por el momento lo único que se concreto es la convicción de que estos jugadores quieren seguir escribiendo historia.