Esos tiempos de la balsa…

Ya en 1928 estaban dadas las condiciones para establecer una vinculación permanente para el transbordo de automotores entre Santa Fe y Paraná. Época en que la cantidad de vehículos en circulación en el país era de 333.000.

Por Luis Alberto Mino

La circulación de vehículos había experimentado un aumento extraordinario, ya que siete años antes apenas alcazaba a 54.000. Interesa hacer resaltar que mientras en 1921 la cantidad de camiones que circulaban por las rutas del país, era de escasos 400. En 1928 se eleva a 60.000, es decir, que en poco más de un lustro el total de camiones aumentó 150 veces mientras que el de automóviles fue más modesto: cinco veces más. 

Y es precisamente en 1928 cuando se inicia el servicio de balsas, a cargo del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, teniendo como puntos terminales el atracadero contiguo al Club de Regatas y el puerto de Paraná.
Transcurren así 21 años y llegamos a  1949 en que la cantidad de automotores en circulación en el país totaliza 290.000 automóviles, 222.000 camiones y 11.000 ómnibus. La capacidad del servicio estaba colmada con exceso. Se realizaban ocho viajes redondos por día, o sea 16 cruces, a cargo de las balsas 1-B.A. y 2-B.A., construidas en Holanda. La falta de material flotante y la urgencia de aumentar la cantidad de viajes, urgieron soluciones. Así se ideó el acortamiento con el atracadero en Colastiné (1942-47) y el encauzamiento del servicio por el Tiradero Viejo. Pero el sistema fracasó dado el régimen de las aguas, totalmente desfavorables

Se pone en marcha, entonces, un nuevo plan de acortamiento, consistente en la instalación de un nuevo atracadero en la denominada “Quebrada Puerto Viejo” (isla Timbó). Era necesario construir un terraplén de siete kilómetros en las islas Timbó y Santa Cándida, cegando los arroyos Miní y de las Sandías, pero el problema era el cruce del bravío Colastiné.

Se desoye la sugerencia del Ing. Lavagna, jefe del Departamento Paraná Medio, en el sentido de construir un puente fijo sobre ese río y como alternativa se presenta un proyecto de  puente de 370 metros de largo, sobre siete pontones metálicos de 34 metros cada uno, unidos entre sí por pequeñas secciones de 12 metros y dos puentes articulados en las cabeceras. Pero esta idea se deja de lado, teniendo en cuenta la tremenda fuerza de los embalsados de camalotes en épocas de crecidas, que hubieran dado fácil cuenta de toda la obra.

Deslumbrados por el sistema que habían visto funcionar en un apacible lago escocés, los técnicos de Obras Públicas se deciden por  la instalación de una balsa a maroma, o a lanzadera, para salvar el Colastiné, que dejó hacer hasta que todo estuvo terminado. Después se tomó sucesivas revanchas.

Corría octubre de 1955 y los trabajos estaban próximos a finalizar; se instala la balsa a cadena 29_B.A. y el 17 de diciembre de ese mismo año se inaugura el servicio. Plena satisfacción, ya que de 8 viajes redondos, el acortamiento había posibilitado su elevación a 20. En el país había ya 610.000 automotores. Y el sistema funcionó bien inicialmente, reduciendo a 49 minutos el trayecto entre Santa Fe y Paraná. Pero apenas 4 meses después, el 14 de abril, se produce el primer corte de cadena, en la parte media del río, a las 12.

Nerviosos radiogramas se cruzan atribuyendo responsabilidades y cargando la culpa a terceros. Se hace un análisis prolijo de las cadenas extraídas del río y se comprueba un pronunciado desgaste en las extremidades de los eslabones de 10 a 12 milímetros. Perplejidad general, al comprobar que el resultado de las pruebas daba a ese acero una dureza excepcional y entonces toda la culpa se descargó en el Colastiné, que no aceptaba cadenas como buen gaucho que es.

Se hicieron muchos intentos para perfeccionar el sistema. Todos fracasaron. Las cadenas, siempre las cadenas, se rompían una y otra vez. Y mientras tanto las colas, las larguísimas colas, las esperas de días enteros, inmovilizaban el tráfico entre ambas orillas. Pérdidas millonarias en mercaderías y horas de trabajo.

Hasta que el 13 de diciembre de 1969 se inauguró el túnel.

ATRACADERO DE BALSAS “5 DE OCTUBRE”

El 18 de agosto  de 1967 se inauguraron las instalaciones del Atracadero de Balsas “5 de Octubre”, como parte integrante del complejo ideado para el acortamiento del camino entre Santa Fe y Paraná. Estaban ubicadas sobre la margen derecha del Río Paraná, a la altura del kilómetro 487, de la ruta nacional 168 que conduce al Túnel Subfluvial.

Poco a poco las instalaciones fueron devastadas por la acción erosiva de las aguas, favorecidas por el viento sudeste. Así se perdie-ron las rampas de embarques, la estación fluvial, la casa del encargado, la torre tanque, la playa de estacionamiento, de tal manera  que hoy ya no existen ni los grandes árboles que formaban parte del paisaje de entonces.