Cuando el amor viajaba por ondas de radio: Cumple 102 años María Rosa, la primer radioaficionada paranaense.

El amor no tiene fronteras. Como hoy viaja por las redes, antes lo hacía por ondas de radio.
Ésta es la historia de una de las primeras radioaficionadas del país y seguramente la primera en nuestra provincia. La de María Rosa García Girard quien hoy, 14 de Agosto, cumple 102 años.

Por David Cordoba

Pionera en la comunicación con el mundo y conocida por todos los radioaficionados de su época por su inconfundible LU1JC, a través del aire, ayudando a todos y comunicando con amigos, -características de esa actividad-, emprendió un viaje que la llevaría a vivir largos años de felicidad lejos de su hogar.

Por aquel tiempo en que Rosa hacía sus primeras incursiones en la radio, las comunicaciones entre provincias y naciones eran más que difíciles. Los teléfonos recién comenzaban a aparecer y funcionaban mediante operadoras o señoritas telefonistas. A ellas había que pedirles el número deseado y  había larga espera para poder enlazar las pacientes personas que deseaban oírse. Si se pensaba en comunicar con otro país, además del incremento temporal, existía una enorme
diferencia tarifaria con las llamadas locales que hacía casi imposible su realización.

Desde mucho tiempo atrás las transmisiones radiales acercaban e informaban a los parientes, amigos, parejas y amores separados físicamente en el mundo, sobre la salud, las necesidades, el afecto,
las alegrías, las desgracias, o el estado del viajero lejano. Para ello se apelaba a la solidaridad
de los radioaficionados, quienes permitían las visitas de los necesitados de noticias a sus domicilios a fin de comunicar en el día y hora convenidos, con otro «colega» perteneciente a la comunidad
donde se encontraba la persona relacionada con el visitante.

También de tanto en tanto se formaban en el aire redes solidarias para auxiliar en las catástrofes colectivas como terremotos, huracanes, erupciones, accidentes etc.. La casa de María Rosa permanecía entonces abierta a los involucrados con personas de las que quería saberse su estado o paradero, e incluso la prensa recababa noticias que gentilmente ella actualizaba día a día.

En épocas tranquilas intercambiaba saludos, risas, tarjetas, fotografías y pequeños regalitos con colegas del mundo. Aún guarda cientos de ellas en varios álbumes que hoy en día están abiertos a quienes deseen hojearlos. Entre los regalos más exóticos se encuentra un kimono que le envió un amigo japonés con quien cruzaba no muchas palabras en su idioma, y algunas en un inglés aprendido de escuchar, diccionario en mano… un mantón de manila de otro español, y montones perdidos en el tiempo.

LA VIDA DE MARIA ROSA

Sin padre desde su juventud, igual que sus cuatro hermanos, trabajó como maestra. Se levantaba a las cuatro de la mañana y en un tren marchaba al Palenque, llegaba a la estación de La Picada y de allí en
sulqui a la escuelita. Ni la lluvia que hacía pesado el camino de barro, ni el calor abrasador del verano surcando los polvorientos caminos, impedía que llegara a la hora señalada para el comienzo de la
clase.

Tal vez por ese diario ajetreo repartido con las tardecitas de radio el tiempo transcurrió sin sentirlo, y a su edad era catalogada como una señorita grande,  ya que las solteritas casaderas de Paraná solían
tener como máximo veintiún años.

Aun cuando no se sentía así, porque con su hermana también radioaficionada compartían tertulias de amigas y proyectos de viajes, cierto era que los sobrinos ya rondaban por la casa materna poniendo
en evidencia la tardanza de Cupido, o tal vez su falta de puntería.

Como ahora colgados de internet, ella solía pasar horas conectada con el mundo frente a su aparato de radio casi tan alto como el techo, lleno de relojes, lámparas, palancas, manivelas, construído por su
hermano «Pepe» García Girard; pero entonces, perturbaba la paz de la casa que se llenaba de las voces de sus amigos y el agudo chillido de los cambios de frecuencia en el dial.

Era una características suya y única, el mover la cabeza frente al micrófono de un lado para otro. Cuenta que un día, uno de sus pequeños sobrinos mirándola «modular» en su viejo equipo, le preguntó si para ser radioaficionado era necesario aprender también a mover así la cabeza!!! Otra actual, resabio de aquella época es su QRM cuando alude a que no se puede comentar algo!!!

Así conoció a Wlademir, también radioaficionado  -PY1KZ de Brasil-, quien luego de muchos comunicados e intercambios de cartas y fotos, llegó un día a su casa de calle 25 de Junio y ella con su característica simpatía lo cautivó al instante. Por ello que regresó ese fin de año a pedir la mano de Rosa a su madre.

Pasaron juntos los siguientes veinticinco años de felicidad en su casa de Río de Janeiro, la cual era visitada asiduamente por paranaenses y radioaficionados amigos.
Cuando su esposo el general Boucas murió, regresó a Paraná para compartir sus siguientes años  con sus hermanas y sobrinos. Seguramente los entonces pequeños vecinos de su casa familiar la
recuerdan, y hasta algunos interesados en historias del barrio apelaron a su memoria para saber cómo era el mismo en su época de niñez y adolescencia -1.918 en adelante-. Entre algunas anécdotas por ejemplo, mencionó que enfrente de su casa había un reñidero de gallos, que luego se transformó en un lugar para peleas de boxeo barrial (hoy YPF de 25 de Junio y Santa Fe); que en tal o en cual casa vivió fulano, relatando su entorno. Así,  con  anécdotas se trajo al presente la historia de ese barrio.

 El 16 de diciembre de 2008, a sus  noventa largos años, María Rosa García Girard, pionera entre las mujeres radioaficionadas y tal vez la primera amante del aire que materializó su amor, concurrió al Radio Club Paraná a renovar su licencia para continuar difundiendo su voz en el mundo con su clásico llamado a la amistad y la ayuda solidaria «CQ, CQ, CQ 20 metros…aquí LU1JC llamando».

En 2013 Maria Rosa dona sus equipos a Entre Ríos Radio Club


Hoy, al cumplir sus 102 años su voz no resuena como antes, pero sigue firme y estará presente por siempre en todos a quienes tendió su mano solidaria, y en los que la conocen y la aman.