Ayer y hoy: Cristo Redentor

En la zona más alta de Paraná, un médico construyó un castillo. Un punto elevado en la geografía paranaense, desde donde no quede nada fuera del alcance de la vista: el nuevo palacio de gobierno, la iglesia San Miguel, la joven Catedral y, más allá, el río Paraná.

 

Había que subir el camino apenas insinuado que conducía a la zona de Quintas al Este para ver de cerca el enigmático edificio de torretas almenadas: un caserón con pretensiones medievales que logró despertar la fascinación y el encanto de la población.

El castillo tiene sus cimientos sobre una historia de drama y épica que se inicia en el año 1865, cuando la bacteria del cólera sumaba números alarmantes al registro de muertes. Algunos testimonios de ese tiempo de epidemias fatales, aseguran que un médico llamado Sixto Perini dedicó un esfuerzo descomunal en la lucha por salvar vidas.

Hacia 1870, cuando el ensañamiento de la epidemia había pasado, Perini tuvo tiempo para alimentar su viejo sueño de afincarse en la zona más alta, retirado a estudiar las estrellas.
La población paranaense, que había levantado el pedestal de héroe sobre los pies del galeno, conociendo su interés por instalar un observatorio astronómico, sumó cuanto pudo en una colecta popular con la que se gratificó la tarea cumplida en los tiempos del cólera. De ese modo, el castillo se hacía realidad a la vera de un camino abierto por la pisada de bueyes que eran arriados a la alejada zona de corrales.

Despues del 1900 la propiedad de Quintas al Este fue adquirida por el sacerdote católico Teófilo Van Damme, quien le dio el dinero a un hombre allegado a la Iglesia para que haga la mejor oferta.
De las cenizas de los sueños del médico benefactor, nacía así el Instituto Cristo Redentor de la congregación franciscana. Despojadas de las miradas íntimas, las estrellas se mudaron más lejos, con su brillo a cuestas.

Fuente: Fragmento del capitulo «Un castillo cerca de las estrellas» del libro «Relicario» de Jorge Riani