Al diablo con este mito urbano!

El periodista David Córdoba se propuso desentrañar el mito de «La Casa del Diablo». Al cabo de una serie de entrevistas a personas relacionadas con la historia de esa casa se pudo llegar a una conclusión lo mas cercana a la realidad: La escultura NO era del diablo…

A lo largo de entrevistas a personas que estuvieron mas en contacto con la historia de esa misteriosa escultura, que generó uno de los mayores mitos paranaenses, David Cordoba pudo acercarse mas a la verdad de un relato que supo llevar a las mas grandes fantasías de terror que se crearon en torno a el.

«En junio de 2019 junto a Gustavo Kaesbach, comenzamos a buscar verdades en los mitos urbanos. Ése era su proyecto desde hacía años. Su cámara periodística y mi condición de entrevistador nos llevó a muchas historias relatadas por quienes fueron protagonistas de situaciones.»

   «Desde junio y hasta setiembre anduvimos tras el mito de la estatua del “diablo de avenida Almafuerte”. Una historia que en su momento pegó fuerte y que aún hace “ruido” cuando se la rememora…»

   «Este formato documental para televisión, cuyo título es “RELATOS” aún no ha llegado a la masividad que otorga la pantalla chica. La pandemia “estiró” los tiempos de este programa y de todos los otros que grabamos, con otra temática, por supuesto, que también estaban listos para salir al aire…»

   «Sobre este mito realizamos muchas entrevistas. Nos quedamos con aquellas que tenían la coherencia de lo que podíamos constatar.»

   «Por una cuestión de espacio y no cansarles a Uds. con la lectura, me he limitado a transcribir lo más significativo de lo expresado por cada uno de ellos y he obviado mis preguntas.»

JORGE RIANI (Periodista, escritor, investigador)

   “En la década del 30´Paraná tenía muchos baldíos. Por la ubicación de esta casa en  la entrada de la ciudad, prácticamente estaba en el campo. Aunque la numeración actual, la de 1965, la sitúa  al 1321 de Avenida Almafuerte.

   Tenía una estatua, que para muchos fue un fauno o un sátiro, según la cultura griega o romana. Para muchos otros, ya habían decidido que era la estatua del diablo…Por la decisión soberana de la gente, era el DIABLO DE PARANÁ…

   No es común encontrar estatuas del diablo. Se puede hallar alguna expresión menos temerosa y no ese diablo personificado en imagen temible, roja, etc. Se puede ver en el Parque del Retiro, en Madrid, por ejemplo ”El ángel caído”, que es muy interesante, pero que no tiene esa dote de temeridad que sí tenía la de Paraná.

   Era una estatua grande, de color blanco, podríamos decir con un personaje con cuernos, la barbilla apoyando en una de sus manos que reposaba en una de sus rodillas encogidas, lo que le daba una característica de altivez, seguridad, de perturbadora serenidad, como la que puede permitirse o tomarse el diablo, porque detrás del diablo, según nuestras culturas dominantes, es autónomo, es el que decide el mal, el que no tiene que rendirle cuenta a nadie; en él empieza y termina todo lo que es el mal. Por éso con este concepto tan claro, por supuesto que ésto despertaba mucho miedo…

   En realidad se tejieron muchísimos otros mitos relacionados con esta estatua, que por cierto es una historia muy interesante, porque tenemos todos los componentes…”

RUBEN KUNZI (Gastronómico, hijo de uno de los socios de «El Galeto de Oro»)

   “En el año 1967, mi papá, Rubén Atilio Kunzi, toma la decisión de trasladar su “fabriquita” de protectores para parabrisas de automóviles, que estaba ubicada en Nicanor Molina 627. La gente del interior que venía a comprar esos protectores no la encontraba. Entonces decide ubicarse sobre Avenida Almafuerte, una arteria que es entrada y salida de la ciudad. Así fue que encontró una casa que se alquilaba. Vendió la propiedad de calle Nicanor Molina y nos fuimos a vivir allí, en donde puso la casa de protectores. Era una casa amplia, tenía una entrada hacia el fondo en que estaba el garaje para los coches. Hizo un tinglado entre la casa y el garaje. Ahí puso la fábrica.

   Era cierto allí la venta de protectores prosperó más, ya que en esa época eran muy requeridos, porque casi todas las rutas de Entre Ríos eran de ripio, no existía el asfalto como ahora. A todos los coches había que ponerles protectores.

   Uno de los clientes que tenía mi papá, un señor de apellido Mainardi, que era viajante y se dedicaba a la venta de productos para bazares en toda la Mesopotamia, utilizaba los protectores que fabricaba mi papá…y esta casa que alquiló Don Kunzi, era muy linda, tipo chalet, tenía un jardín adelante, muy espaciosa y, este señor Mainardi siempre tenía la idea de abrir un comedor con un plato típico que él veía en Misiones, que era el pollo al galeto.

    Un día le dice a mi papá: “ – Che, flaco, no te interesaría poner un comedor acá?

-Yo tengo la fábrica, tengo cada vez más venta.

-No, pero el comedor tiene buena rentabilidad…vos no conocés el galeto? Es un pollo que lo ponen en una espada y te lo sirven en la mesa, allá en Posadas hay un comedor que trabaja un montón, se llena de gente y si lo traemos acá ahora que va a abrir el túnel, va a ser un golazo de media cancha…”

   Así lo fue “ablandando” a mi viejo, hasta que lo convenció. A partir de ahí dejó la fábrica de protectores y se dedicó a la gastronomía.

   “EL GALETO DE ORO” fue comercialmente un éxito porque todo el mundo quería saber qué era el galeto…Me acuerdo que las dos manos de la avenida estaban llenas de autos. No tenían dónde estacionar. Había que dejar el vehículo a una o dos cuadras. Ese comedor siempre funcionó a pleno. Cuando se abre el túnel, mucha gente de Santa Fe, venía como paseo, atraída por su fama y de paso cruzaban el túnel. Sábado a la noche y domingo al mediodía solía haber unas trescientas personas.

   Respecto de la estatua, la mitad era cabra y medio cuerpo de hombre, un fauno, un dios (sic) de la mitología griega. Estaba ahí como puede haber habido un cisne. Estuvo unos años, creo que tres o cuatro.

   Una anécdota que hubo, por cuestiones que pasaron, empezó a funcionar mal el negocio; no se vendía como antes; el que era socio de mi papá, el señor Mainardi, dispone un día sacar la estatua, que la llevaran al fondo, allá al garaje de los autos, que la escondieran, porque decía que le traía mala suerte.

   Así que se abrió en el 69…y puede haber estado hasta el 75… Un desenlace que también pudo haber influído fue que al señor Mainardi le dio un ataque al corazón, se descompuso ahí, lo llevaron y murió… Sé que lo alquilaron después…o lo subalquilaron y se llamó “La canoa”…”

HECTOR VALENTINI (Vecino)

   “En esa época vivíamos disfrutando más del barrio éramos muchos, en bicicleta, y conocimos al “diablito” en ésa instancia.

   Después da la casualidad que una tía se muda a calle Francia, detrás del terreno de la casa en cuestión, la del “bicho” le decíamos acá en el barrio. Me toca convivir en la casa de mi tía un mes, tenía 8 o 9 años cuando escucho la historia por primera vez. Una cuestión particular, que a mí me daba mucho miedo y que, cuando iba a visitar a mi tía, me bajaba dos cuadras antes o una cuadra después de donde paraba la línea 4, era que la estatua se movía, aunque nunca la vi moverse, pero sí la vi orientada hacia distintos lugares, en diferentes días…

   Siendo más grande, charlando con mi tía, era que la estatua tenía un sistema de movimiento, seguramente con roldanas, y la persona que habitaba allí, para darle más veracidad a la leyenda, de noche se encargaba de rotarla, así al otro día, amanecía mirando para otro lado.

   De hecho, hay anécdotas de personas que han ido a comer a dicho comedor, que creen haberla visto moverse…

   Lo que sí recuerdo, es que me causaba temor de niño. Mi tía todavía vive allí…Calculo que la habrán sacado en el 78 o 79, porque yo nací en el 70…”

NICO CURÁ (Vecino)

   “Esa casa nunca estuvo embrujada como se decía. Nosotros vivimos ahí de manera totalmente normal. Digo nosotros porque en realidad la que vivía era mi abuela. Lo hizo entre el año 1982 y 1991, maso menos. Yo nací en el 82, así que parte de la vida que tengo ahí es de mi infancia. Tengo unos hermosos recuerdos y la realidad es que era una casa hermosa. Nunca se vivió ninguna situación rara o que te hiciera pensar que pudiera pasar algo sobrenatural en la casa, al contrario, era una casa muy linda. Sí, tenía esta historia, esta leyenda urbana, por decirlo de alguna forma. Cuando hablabas con algún vecino te decía: ”…ésa es la casa  donde estaba el diablo…”.

   En realidad,  la estatua que había en esa casa era la estatua de un fauno, en cunclillas; sí, tenía las orejas puntiagudas, no más que eso.”

   La casa tenía al frente un espacio bastante grande, diría un ingreso de unos 10  metros, todo eso era un rectángulo de césped, que en el medio poseía como una base, que habrá tenido 1 metro por 1 metro con baldosas de patio, normal, pero a la altura del pasto, sin pedestal, lugar que ocupó en su momento la estatua.

   Cuando mi abuela llega allí, la estatua aún estaba,  es ella la que la hizo retirar, guardar en un bañito que tenía la casa y que habían sido los baños del antiguo restaurant. A esa parte nunca la utilizamos para nada, solamente la casa.. Nosotros por ahí jugábamos y no nos animábamos a entrar a la pieza donde estaba la estatua, nos asomábamos, mirábamos y, salíamos corriendo.

   Después que ella se mudó, yo recuerdo que la casa durante un tiempo estuvo abandonada. Verla así era una tristeza muy grande.

   Creo que antes era más fácil creer este tipo de situaciones. No había herramientas para corroborar lo contrario. Hoy existen un montón de elementos para encontrarle una respuesta lógica a determinadas cuestiones. Cuando no se podía hallar una explicación lógica, se iba a lo paranormal o a lo religioso.”

TERESITA PRINCIC (Propietaria de la vivienda)

   “A lo largo de los años se tejieron muchas leyendas, muchos cuentos. La verdad que muchos de ellos nos han causado gracia; son cosas que no eran reales; por ejemplo un vecino decía que la estatua siempre estuvo en la casa, porque cuando la tiraban al arroyo que está aquí al lado, cuando la gente regresaba, la estatua ya estaba de nuevo. Una de las tantas anécdotas…Otro vecino, comentaba que él tenía muchos pajaritos y como un día entró a la casa sin permiso, cuando regresó a la suya se habían muerto los pajaritos…Me preguntaban si era cierto que aparecía una rosa negra…Si en noches de tormenta, una mujer vestida de blanco bajaba corriendo con cadenas…Todas cosas inverosímiles. La gente por ahí inventa, posiblemente le comentaron algo y después es como un teléfono descompuesto…A veces, es también lo que la gente quiere escuchar…

   Al poco tiempo que vinimos a vivir aquí, todo este terreno era patio, habíamos hecho un jardín muy lindo; nuestros hijos, que eran muy pequeños, estaban jugando…se pararon dos o tres señoras a mirar como jugaban nuestros niños. Cuando vimos que estaban cerca de ellos, salimos a ver qué pasaba y escuchamos que decían. – Mirá, hay chicos, y están jugando…! Me acerco y les digo : – Les pasa algo, necesitan algo…? – Ud. sabe dónde vive…? – Sí, acá, en nuestra casa… – Ud. sabe la historia de la casa del diablo…? Nuestra respuesta fue, si alguna vez fue la casa del diablo, hoy es la casa de la vírgen…

   Nosotros vinimos de Río IV a vivir a Paraná con mi esposo y nuestros tres hijos en ese momento muy chicos, hoy adolescentes, el 1º de febrero del año 2000.

   Cuando mi esposo la compró sabía un poco la historia que traía y que tenía esta casa. Nos llamaba la atención, pero nunca tuvimos miedo. Decíamos, no es real lo que la gente comentaba. Tantas anécdotas nos contaron a lo largo de todo este tiempo y hasta la actualidad…No hay ninguna que sea real. Son todas imaginarias, porque le contaron, porque decían que…

    Fue una imagen traída de Italia por el doctor Gentile Pacce (sic). Él nos contó que no teníamos que tener temor a las historias, que no es como muchos decían que ´había hecho un pacto con el diablo, ganando la lotería, y por éso  obtuvo mucho dinero y un poco en favor le hizo hacer una imagen al diablo. Muy lejos de eso. Este señor ya tenía una sólida posición por su trabajo a lo largo de tantos años, y ya estaba jubilado. En alguno de sus viajes a Europa, le había llamado la atención ésta imagen, Para nada una imagen diabólica, era una representación mitológica.”

HUGO UGALDE (Artista plástico, historiador)

   “En Avenida Almafuerte al 1300, me llamaba la atención una escultura existente en un famoso local comercial “El Galeto de Oro”.

   Era blanca, de marmolina, a la entrada, pero en la parte del jardín. Para muchos era una fauno, para otros, el mismo diablo…Sea fauno o sea diablo, la gente a nivel popular lo demonizó. Al fauno le quitó todos los atributos de la leyenda griega…un hombre con patas de cabra, las orejas bien puntiagudas, dos cuernitos, solía tocar una flauta, por eso en una de sus manos tenía dicho instrumento…Soy sincero, no recuerdo la flauta…lo que sí tenía era esa mirada pícara, brava, con una de las manos en el mentón, apoyando allí su cabeza…La mirada no era simpática, era perversa.

   Si vos encontrás una cosa así, es solo una escultura, es ARTE. Si no la querés tener en tu casa, hay una institución que hace años que está funcionando y que te la va a recibir, la va a restaurar, la va a analizar, y habríamos aclarado incluso hasta el autor, cómo surgió, e incluso evitar esta dualidad. Aquí me estoy refiriendo al Museo de la Ciudad, que es un organismo municipal.

   Ahora si a mí me preguntan ¿fue un fauno?…quiero creer que sí. La mirada era demoníaca, que es lo que quiso conseguir el autor y, ahí está el valor de la obra.

   A esta altura del partido, donde le medioevo quedó bastante atrás, estamos en tiempos modernos con amplitud mental nos preguntamos ¿quién ganó esta batalla?…La DESMEMORIA para la ciudad. Ésa es la que ganó esta batalla, privando a nuevas generaciones de lo que hubo en esa casa.”

LIC. ELINA AUDICIO (Psicologa)

   “En este caso me parece significativo explicar ¿qué es un mito urbano?

   Un mito urbano lo podríamos definir como un acontecimiento que sucede en una dimensión paralela, pero en un plano idéntico al nuestro y donde lo improbable se hace verosímil, para lo cual es preciso que se difunda de forma espontánea como verdadero y que la información alcance cierto reconocimiento popular.

   Es difícil de rastrear el origen de ese relato, o sea buscar el elemento que lo generó.

   Generalmente se transmiten con una tradición oral y, en estos casos, también a través de los medios de comunicación.

   Surgen a partir de una historia que puede ser real, pero que se va deformando; o bien, surgen de una historia creada y, que tanto transmitirse, se terminan vivenciando como hechos reales.

   Ahora bien ¿por qué estos acontecimientos que tienen elementos irracionales se terminan convirtiendo en hechos que persisten en el tiempo? Pareciera que a través de una saturación informativa se abre una brecha que termina en lo informal y donde personas anónimas que empiezan a expresar un relato, terminan transmitiendo ésos acontecimientos, que por el beneficio de la duda se termina creyendo, es decir, que lo extraño, no por improbable, es necesariamente imposible. Así es como se abre la puerta a lo que nosotros podríamos denominar un MITO URBANO…”