Nota de opinión: Los desalojos del Cristo Redentor

Otoño, próximo a la llegada del invierno, comenzamos a transitar los primeros fríos y junto a esto las clásicas noticias: “los desalojos de las personas en situaciones de calle”.

Por Psicóloga María Laura Renoldi.

Quizás porque leo la noticia desde la comodidad de un sillón, con una taza de café caliente entre mis manos o porque cada vez siento más el dolor de mis semejantes, aquellos abandonados, excluidos, víctimas de los diferentes sistemas que no terminamos de estar a la altura de ciertas circunstancias.

Lo primero que pienso y reflexiono es en la palabra en sí, DESALOJO: DES- ALOJO: quitar el alojo o, lo que es más interesante: DES- AL- OJO: quitar, privar al ojo. Y como entiendo esto? : Quitar al ojo una situación que tanto duele a algunos. Pero ahora bien, quitar para quiénes? Privar de esa mirada a quiénes?

Mi nombre es María Laura Renoldi, soy Psicopedagoga, especializada en comportamiento humano, Neurociencias, PNIE; con formación en terapias complementarias, experiencia en educación especial y media, en consultorio clínico por 23 años y Ex directora del S. Protección de Derechos “A. Medina”- Copnaf.

Mi desempeño laboral ha estado siempre en contacto con las personas, con seres humanos, sujetos en procesos de aprendizaje, intentado acompañar en el poder ver para sanar, para poder cambiar, en el hacer para avanzar.

Y me atrevo a pensar, reflexionar, sobre una problemática que parece sólo es noticia en esta época del año: las personas en situación de calle.

Como si estas personas que viven en situación de calle en otoño – invierno no fueran las mismas que lo están en primavera y verano.

Quizás nos preocupa que en esta época del año comienzan a visibilizarse no sólo carencias sino también ausencias.

Ausencias de políticas de estado, ausencias de un sistema capaz de generar condiciones dignas para sus ciudadanos, ausencias de gestión y toma de decisiones que pongan al ser humano en el centro de escena como sujetos de derechos, como sujetos plenos, íntegros, merecedores de una vida digna, satisfactoria, donde la calidad de vida y el bien-estar sean la prioridad.

Y vuelvo a pensar en el ‘desalojo’, que me trae a pensar en todas las instituciones y equipos que intervinieron en este caso particular, con estas 4 personas, instaladas en la puerta de una parroquia, El Cristo Redentor, en la capital entrerriana.

Y pienso, cómo han cambiado las cosas. Cuando era chica la Parroquia, las Iglesias, eran de las primeras instituciones involucradas en defender y acompañar a personas con cierto grado de vulnerabilidad. Hoy son instituciones que denuncian porque ‘molestan’ esas personas ahí, sospechosas de generar un delito o poner en riesgo a terceros.

Señores, ellos ya son las personas en riesgo.

Qué más riesgo que la falta de necesidades básicas, qué mas riesgo que la mirada esquiva, fría, individualista ante ciudadanos carentes y abandonados.

Y se convoca al equipo de salud mental para hacer un diagnóstico, y descartar o corroborar que esas personas puedan tener un diagnóstico psiquiátrico y/o de consumo problemático, y el equipo de salud mental responde, claro.

Responde claramente porque es su tarea y obligación. Pero, realmente es necesario poner en acción a toda esa gente, a esos equipos para saber si personas en situación de calle tienen alguna problemática?

Lo que es peor, y me atraviesa enormemente pensarlo, es que no estemos actuando para limpiar culpas, de una clase social que puede estar abrigada y en el calor de un hogar, de un Estado totalmente ausente, con gestiones de políticas públicas endebles, mal diseñadas y articuladas en territorio que llevaron a esta situación de vida a estas personas, abandonadas, excluidas y vulneradas en todo sentido: física, mental y emocionalmente.

Intervino la dirección de control urbano municipal, la Titular del Juzgado de Faltas N 2, el coordinador de Integración social de personas en situación de calle, el equipo de salud mental del Hospital Escuela, la defensoría del Pueblo y el Ministerio Público de defensa, todo esto para arribar a la conclusión que las personas presentan un diagnóstico psiquiátrico, consumo problemático y que, como se rehusaron a ingresar a un refugio municipal ( que cabe mencionar, se resistía a alojarlos por su consumo problemático), actualmente se desconoce qué sitio eligieron ocupar.

Posiblemente, la calle nuevamente, pero en otra esquina, en otras escalinatas.

Es chiste? Tanto equipo, tanta intervención, tanto para no generar respuesta alguna.

Alguien de todas esas personas pudo acercarse a algunos de ellos, mirarlos a los ojos y preguntarle: como te sentís?, por qué estás acá?, qué pensás, cómo podríamos ayudarte para que estés mejor?

Supongo que el equipo de salud mental lo hizo, supongo, porque en ningún lado de la nota se habla de diálogo y propuestas alternativas.

Sin diálogo y consenso, difícilmente podamos generar algo. Sin diálogo y sin escucha difícilmente podamos revertir esta triste situación.

Hace un tiempo, decidí salir de mi zona de confort, cómoda y agradable y sumarme a un espacio político, porque después de muchos años de opinar desde el living de mi casa, comprendí que para poder generar cambios importantes y significativos hay que involucrarse en primera persona.

Y esta realidad, la de personas abandonadas, excluidas, maltratadas, sin voz, me duele y me duele mucho. La falta de gestión seria y responsable, me duele, porque genera carencias y desigualdades, porque vulnera.

El egoísmo y la indiferencia me duelen, porque hace tiempo pude ver y darme cuenta, entendí, que todos somos parte de uno y que así como la sonrisa del otro se refleja en carcajada mía, el sufrimiento del otro, en dolor.

Y como decía Crisólogo Larralde, ese gran referente radical que tanto inspira el sentido humanista de la política: “Todo quedo atrás, menos el sueño, mi viejo, mi joven, mi niño, sueño igualitario, libertario, fraternal. Él marcha delante mío, lo siento, lo veo, lo palpo, me quema su calor, me deslumbra su horizonte”.

Y porque sueño un mundo distinto, con igualdad de oportunidades reales, y seres humanos con calidad de vida plena, no dibujada, sigo leyendo y seguramente seguiré pensando y reflexionando hasta darme cuenta que la ciudad, la provincia y el país que sueño es el que estoy pisando.