Las 20 mejores fotos históricas del Mercado Central de Paraná, hoy Shopping La Paz

Hacia mediados del siglo XIX la provincia adquiere la cuadra que corresponden al Mercado Central de Paraná con el objetivo de proveer a la ciudad de un lugar donde los productores locales pudieran ubicar sus producciones, donde la carne recién faenada llegara fresca a las manos de sus consumidores, y la población en general pudiera abastecerse de todo aquello que le hiciera falta. En 1858, se lleva a cabo la construcción del inmueble con el Gral. Urquiza como presidente.

La imagen mas antigua del Mercado Central de Paraná en su anterior edificación. Foto de Cirilo Amancay Pinto del 1900 perteneciente al Museo Historico Martiniano Leguizamon

Comprendido entre calle Bavio, de San Martín a Pellegrini, Pellegrini, desde Bavio a Perú, Perú, de Pellegrini a San Martín y Chile, desde Perú a Bavio, el 5 de marzo de 1859 se inaugura el nuevo servicio público ante la presencia de dos mil personas, y la asistencia del vicepresidente de la Nación Salvador María del Carril. Este propone la denominación Mercado de La Paz en distinción a la mediación del General Urquiza en el conflicto entre los Estados Unidos y Paraguay, ocurrido por entonces. Una lápida de mármol en cada una de las fachadas del edificio con tales referencias perpetuaba el homenaje.

La primera edificación fue obra del arquitecto italiano Santiago Danuzio, principal constructor de los inmuebles públicos de la época de Paraná como capital de la Confederación Argentina (en 1854 la Casa de Gobierno y la Cámara de Diputados demolidos en 1929, donde hoy está la Escuela Normal; en 1958 el Senado, hoy Colegio del Huerto).

Esta construcción fue demolida en 1920 durante la intendencia de Cándido Uranga, bajo los objetivos de modernizar los edificios públicos. Según la obra de la historiadora Ofelia Sors, “Paraná, Dos siglos y cuarto de su evolución urbana. 1730-1955” (1980), desde principios del Siglo XX esta capital de provincia comenzaba a constituirse como ciudad moderna. Más precisamente, hacia la década del ´20 se incorporaban conceptos de salubridad y transporte a la planificación urbana.

Hacia la década de 1920 nuevas disposiciones acerca del orden sanitario. Se instituyen normas de regulación del faenamiento de animales de consumo, su introducción y transporte, así como también la higienización del
Mercado y locales de venta. Por otra parte, queda prohibida la faena y el comercio de carne de equino y sus subproductos.

La inauguración del edificio data de 1922. Ofelia Sors expresa: “Un decreto del 25 de abril de 1922, señala el día 29 de ese mes para la inauguración del edificio actual de Mercado Central, cuyas obras estuvieron a cargo de la empresa constructora Sandino Hermanos”.

En el mucho más pequeño predio de calle Perú 33 donde fueron reubicados los puesteros del Mercado Central en 2009 debido a la “refuncionalización” del antiguo edificio en Shopping, se encuentra el almacén de los hermanos José María y Diego Manuel Guerra, dos personas que rondan los 80 años de edad y que tenían en propiedad el negocio de la emblemática esquina de Chile y Venezuela.

Los hermanos Guerra se hicieron cargo de aquel local en 1949, cuando tenían aproximadamente 15 o 16 años, heredando el puesto de una tía.

Don Diego Guerra expresa: “Estaba lleno de changarines, andaban revoloteando siempre para ver si podían agarrar algo. Pasa que frente al Mercado, también en la esquina de Chile y Venezuela, estaba el Restaurante Londero y ahí paraban los colectivos que venían de Paraná Campaña —este dato puede concederse desde la década del ‘30 hacia delante. Esa esquina funcionaba como terminal de ómnibus, era un mundo de gente. Carros, cocheros –porque antes no había taxis–, había cocheros a caballo tirados. Las personas del interior venían y hacían todas sus compras en el mercado. Así, los changarines andaban haciendo siempre algún mandado, llevando equipajes y compras. Y adentro estaba todo completo, de todo tenía, era realmente un mercado. Puestos de carne, pollo, pescado, verduras, despensa, venta de pan”.

Zaida Margarita Padró de Avero, una ciudadana ilustre de la ciudad que se dedicó a recolectar información acerca de costumbres y acontecimientos de Paraná a través de entrevistas a informantes calificados, conversaciones con sus vecinos y análisis de diferentes archivos, señala que tras la inauguración del Nuevo Mercado en 1922, se inicia una etapa de inusitado progreso comercial en toda la zona circundante.

Se instalan comercios de los más diversos ramos, sobre todo comedores, parrillas, bares y bodegones, los cuales se transformarían en refugio de bohemios y noctámbulos. El sitio más reconocido era el Bodegón del Sordo Sorio, que formaba parte del edificio del Mercado, ubicado en la esquina de Pellegrini y Venezuela. Este lugar era la parada de trotamundos y personajes anónimos, que luego de un poco de distensión entraban en confianza, mantenían entonces largas charlas y compartían sus habilidades como cuentistas, recitadores, cómicos, guitarreros y cantores.

Además, en palabras de la autora, “(…) metas de colectivos llegados del interior aportaban paisanos habitues a compartir las ya tradicionales reuniones; viandantes generalmente vestidos a la usanza criolla de amplias bombachas y botas fueyes que los lustrabotas instalados en la zona dejaban relucientes, después de una esmerada sesión de pomada, cepillo y franela”. El lustrado de calzado, popular en aquella época, constituía por entonces el trabajo de aproximadamente 50 personas.

En cuanto a los changarines, el texto no hace una diferenciación si se trata de personas adultas o de pequeños. Pero sí, señala algunos nombres y una presencia casi constante de estos personajes.
Refiere a Capiro, Garo, Machito, Yacaré, Anguila, Chamico, Soplete, La Gala, Caña Hueca, Tragamoscas, Chato Velasquez, Sordo García, Melena Fernández, entre otros. Estos sujetos fueron los protagonistas de numerosas anécdotas que quedaron a la suerte de la tradición oral que las extendió hacia el presente.

El mercado según estos relatos, tuvo en las épocas señaladas una vida activa, proveyó comercio y cultura, su dialecto fue en momentos pura payada gaucha y en otros híbrido lunfardo tanguero. Brindó oportunidades a inmigrantes y locales, además de ser por mucho tiempo un centro extraordinario de encuentro comunitario. El paso por allí de artistas e intelectuales denotan la relevancia histórica que tuvo el Mercado Central de Paraná como espacio de contacto para sus ciudadanos; más allá del comercio propiamente dicho, implicó circulación de ideas, tradiciones y mitos. Albergó a la clase trabajadora, pero también a los menos favorecidos, a los que debían arreglárselas con el trajín del movimiento cotidiano y con una más trabajada simpatía en el trato.

En el año 2011 el Mercado Central se transformo en un Shopping a través de una remodelación completa realizada por la sociedad YMK S.A. y Brahim Roberto Daniel despues de un análisis exhaustivo por parte de la Comisión de Adjudicación, creada por decreto Nº 103/09. La misma evaluó los aspectos de diseño urbano arquitectónico, financieros y económicos, de acuerdo a los lineamientos dispuestos por el municipio que perseguia la puesta en valor de un edificio público que constituye un importante patrimonio histórico de los paranaenses.

Gracias a las fantásticas fotos de nuestro querido colaborador de la pagina Enrique Suarez Q.E.P.D. quedaron retratadas las ultimas horas del Mercado Central antes de ser desalojado completamente para ser restaurado y convertido en un shopping…

Fuente del texto: El Mercado Central “La Paz” y sus changarines Autora: Lorena Cabrol

Fotos históricas : Museo Histórico Martiniano Leguizamón