Bar La Rivera.Una historia ignorada en las crónicas de la ciudad

Por Enrique Suarez

La historia desconocida del bar La Rivera que supo estar en la costanera, Vélez Sarsfield y Laurencena, donde supo haber otros bares y restaurantes emblemáticos como Molino Rojo y Ortiz, y años atras, el Museo de la Ciudad. Imagenes ineditas!

Eran tiempos alrededor de la primavera… Era una mañana con olores de verdes y apenas flores brotando con los anuncios de un tiempo agradable… Hacía pocas horas… una o dos, que habíamos abierto al público el museo… algunos caminaban a lo largo de la costanera. Solíamos recibir visitas ya pasadas las primeras horas.

El museo olía a limpio, refrescante… caminar por sus salas invitaba al reposo. Apenas se oía el canto de las aves que, cercanas en los inmensos árboles, saludaban al sol y la mañana.

La mujer, sola, subió los tres escalones del jardín y entró al pequeño porche y preguntó: ¿se puede pasar?  Le dije que sí, y la invité al interior del museo… Las salas con muestras de variados temas se entregaron de inmediato a la mirada curiosa y seria  de la visitante.

En un momento, con un dejo de distracción, me dijo “esos árboles grandes los plantó mi padre”

Antes de retirarse, me referenció algunos datos de su padre, lo que había construido en ese mismo lugar hacía muchos años, y me entregó un sobre. En el interior había dos pequeñas fotos sepias, de las que se tomaban con esas pequeñas máquinas de cajón. En una se veía en una construcción, de costado y atrás, algunas mesas de hierro con cuatro sillas. En la otra, la misma construcción, pero de frente, una gran cantidad de mesas y sillas y algunos parroquianos, y uno o dos mozos con bandejas… Estas imágenes eran una donación para el Museo de la ciudad.

Poco duraron el sobre con las fotos adentro. Nunca más se supo quién o quienes “distraídamente” se las llevaron.

El tiempo y la ausencia de referencias y objetos colaboran al olvido… o al menos a un cierto desinterés… que es lo mismo que el olvido.

De vez en cuando, si se presentaba la oportunidad, preguntaba a algún amigo algún dato sobre la existencia de un bar en esa esquina de la costanera… nadie sabía.

Mi memoria era la única prueba que tenía sobre la existencia del bar “La Rivera”, sito en la esquina de lo que hoy es Vélez Sarsfield y Laurencena, costanera baja.

Isabel y su hermano Alberto. Atrás el bar La Rivera. Mesas y sillas ya preparadas.

No hace muchos días tropiezo prácticamente con un nombre… Anita Cabral es una joven periodista deportiva y su perfil en Facebook la relaciona, aparentemente, parentalmente,  con Isabel Würms.

Isabel me retumbaba en la cabeza… yo sabía que en algún rincón de los recuerdos, ese nombre y ese apellido estaban en mi vida.

Gracias a las referencias y recomendaciones de mi amigo Fidel Poggi, quien era, a su vez, amigo de Anita, a  quien suele ver en su actividad de cronista deportiva,  pude contactarme con ella.

Y resultó que Anita es nieta de Isabel. Entonces una luz de esperanza se filtró en mis pensamientos y en mi memoria, de las imágenes de esas dos pequeñas fotos de un bar que hubo en nuestra ciudad y no encontraba rastros de esa existencia. Anita hizo de nexo para poder comunicarme con Isabel.

Hablé con Isabel por teléfono y concretamos una visita a su bellísima casa “Villa Eva”.  El lugar lleno de recuerdos de antepasados que a lo mejor ni siquiera Isabel conoce. Pero su prodigiosa memoria fue derramando sobre la mesa del poblado comedor central de la casa, los recuerdos de infancia.

“Mi padre, Anton Würms vino a Argentina en 1923, después de terminada la Primera Guerra Mundial, de la que participó. Estuvo más o menos 6 años, y volvió a Alemania. Allí conoció y se casó con mi madre, Ana Janker, y viajaron juntos a Argentina, ya para vivir definitivamente”.

“Yo nací en 1936. Mi padre construye el bar La Rivera en 1942, y funcionó allí hasta 1949, año en que la municipalidad le pide que lo saque, posiblemente para construir el edificio que aún está en el lugar. Y sí, fue mi padre quien plantó esos eucaliptus que aun hoy se ven. El propósito de esa barrera era que ya crecidos, sirvieran de cortina para, detrás de ellos, y para que no se viera desde la costanera, mi padre construyera un rancho, bastante grande, y que nos sirvió de vivienda por un tiempo, aun después de cerrado La Rivera.”

Me extrañaba, y extraña aún, que nadie recordara nada. No había referencias en publicidades ni crónicas de época. Algunos contemporáneos, familiares y amigos, padres de amigos… en fin, nadie había oído sobre la existencia de La Rivera justamente en esa esquina de la costanera de la ciudad. Leía crónicas de bares famosos en algunos lugares de la ciudad, preferiblemente céntricos, en las revistas de gastronomía y turismo, pero solamente aparecían aquellos locales icónicos. Casi todos ubicados frente a la Plaza de Mayo.

“Todas las mañanas yo salía para subir la barranca por alguna escalinata ya existente, e iba a la escuela de monjas que estaba frente a la Biblioteca Popular (hoy la sede de la UCA). Recuerdo aun hoy que una de mis compañeras era la chica de Ibaquez, la que es monja. A  veces nos comunicamos”.

“Mi tío era Alberto Würms, el dueño del Bar Alberto  (en el que trabajaba Max, cuyo apellido no recuerdo, que había sido marinero y fue el que realmente provenía del Graff Spee). Alberto quedo viudo muy joven y con el hijo chico aun, el Buby, que se llama Alberto también. Buby estaba pupilo en Buenos Aires, y solo venia para las fiestas. Con los años el tío se casó de nuevo con Blanca Klippan, que era una de las chicas que ya trabajaba en el bar.

Yo trabajé un tiempo en el bar, y después en la confitería Lili, que también era de mi tío Alberto, y estaba al lado casi de Gath y Chaves (hoy Banco de Entre Ríos – San Martin y Urquiza).”

“Mi padre tuvo dos embarcaciones: La Joyita y María Luisa, que eran casi las únicas embarcaciones que estaban permanentemente fondeadas en esta parte del Rio Paraná” .

“Tuvo otro establecimiento que se llamaba “La Baviera” en San Martin y México (hoy,  San Martin y Carlos Gardel), pero duró poco tiempo. Era tiempo de la guerra, y recibía ataques anti nazis, por su apellido, y por el nombre del bar. Lo tuvo que cerrar”.

“Por esa época también había abierto una fiambrería “Fiambrería Wurms” en la esquina de 25 de Mayo y Gualeguay (hoy Ilia), pero estuvo poco tiempo abierta”.

Había, evidentemente, vocación gastronómica en la familia

Con el tiempo mi padre construyó una casa que sería nuestro hogar. Estaba en las afueras de la ciudad, en lo que ahora es la zona de Paracao. Aun esta la casa, y si  se fija, la hizo con una parte que semeja un castillo. Esta aun el que fue un almacén, que se llamaba “El gaucho pobre”. La casa nuestra está a media cuadra a la derecha.

Hogar de los Wurms hacia fines de los 40´
Bar “La Rivera” atrás en lo alto se puede apreciar la torre de la residencia arzobispal .
Isabel y sus padres posan en la esquina de Velez Sarsfield y Laurencena, antes de la construcción del bar La Rivera